lunes, 14 de julio de 2014

ORTEGA Y GASSET


CONTEXTO HISTORICO, CULTURAL Y FILOSOFICO


Contexto historico:Ortega y Gasset nace en Madrid en 1883. Desde 1875 reinaba en España Alfonso XII, a partir de 1885 hasta 1902 tiene lugar la regencia de Mª Cristina. En 1902 sube al trono Alfonso XIII. En 1892 tiene lugar la guerra entre España y EEUU, que acabó en 1898 con la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). El país quedó sumido en un profundo pesimismo, comenzando así una etapa de Regeneracionismo. En 1904 se promulgó la ley de descanso dominical y en 1908 se reguló el derecho de huelga para posteriormente establecer la jornada laboral de ocho horas. Se produce un incremento de las emigraciones del campo a la ciudad, lo que influirá en la idea de educación de masas de Ortega y Gasset. Ortega se incorporó a la vida pública de forma oficial, cuando toma posesión de la cátedra de metafísica en la Universidad de Madrid y en 1914 fundó la Liga de Educación Política Española, aunque había estado vinculado a ésta a través del Periodismo. En estos años se combinaron la I Guerra Mundial y la Revolución rusa; en España Primo de Rivera dará un golpe de Estado, al que Ortega se opondrá y dimitirá de su cátedra en 1929. Cuando Berenguer ocupa la presidencia del Estado Ortega recupera su cátedra y a partir de entonces será un firme defensor de la Segunda República, en 1931 funda la Agrupación al Servicio de la República. Con motivo de la Guerra Civil y la llegada de Franco se autoexilia para volver en 1945 impartiendo conferencias y fundando el Instituto de Humanidades. Muere en 1955. 

contexto cultural:Socioculturalmente esta época está marcada por el gran retraso industrial que sufre España. La capa más alta de la sociedad la constituye la aristocracia, institucionalizada en la figura del 
cacique, que comenzó a encontrarse poco a poco aislado. La clase media carecía de importancia y estaba muy dividida y la clase obrera seguía en unas condiciones laborales precarias y reuniéndose en sindicatos. Desde el punto de vista literario y cultural hasta la caída de la Segunda República tiene lugar un renacimiento cultural que comienza con la Generación del 98 en la que se incluían escritores y pensadores, entre los que destacaron Azorín, Baroja, Unamuno, cuyo denominador común era la preocupación por España y el intento de europeizar el país. Este espíritu lo recoge la Generación del 14, a la que pertenecen Ortega, Manuel Azaña, etc. Será en 1914 cuando Fernández de los Ríos junto a Manuel Azaña convoquen una liga de educación política para crear una mentalidad conforme con las ideas de la institución libre de enseñaza, que pretendía implantar una pedagogía abierta y liberal que crease una élite intelectual y política que 
dirigiera a las masas. 
contexto Filosófico:En cuando a la filosofía europea de finales del siglo XIX y comienzo del XX, se caracteriza por una crisis del concepto de razón, conciencia y subjetividad y por la aparición de un nuevo concepto de naturaleza considerado como algo positivo. Existe gran variedad de movimientos entre los que 
destaca en neopositivismo que considera a la filosofía como teoría del conocimiento; la filosofía analítica de Wittgenstein, que apoya el lenguaje de la ciencia natural frente a la metafísica. También hay que destacar la figura de Husserl perteneciente a la Fenomenología, método que pretende explorar la conciencia humana y la subjetividad y analizar las vivencias. El existencialismo de Sartre será otra de las corrientes relevantes de la época. En España se crea la escuela de Madrid, pero durante la dictadura de Franco en panorama 
filosófico perderá importancia. 


GLOSARIO


Abstracción. En general es la acción y efecto de separar, arrancar, sacar. Es la expresión con la que Ortega se refiere a las definiciones racionalistas de hombre y realidad. Son abstractas porque separan la razón de la realidad que le da sentido, la vida. El error del racionalismo ha sido olvidar que conocer es una función vital: el hombre es vida compuesta de yo y circunstancia: no puede superar su circunstancia, ponerse fuera del punto de vista que le corresponde; lo que quiere, lo que piensa, está determinado por su circunstancia. La definición racionalista de verdad también es una abstracción porque olvida su componente esencial, su carácter perspectivista, lo que ha llevado a definirla como única y universal.
Biológico. En general Ortega usa esta expresión con un sentido propio. Lo entiende como la ciencia de la vida y, puesto que ésta es la «realidad radical» de la que surge el resto (también las culturales), la biología se convierte en un conocimiento fundamental del que todos dependen. Lo biológico tiene un carácter inmanente, pero no todo lo biológico se reduce a esa dimensión, ya que las actividades culturales añaden una dimensión trascendente. Cuando en el texto se entrecomilla «biología», se usa en su sentido tradicional.
Cultura. Las actividades vitales que trascienden al individuo. En la respiración sólo interviene el organismo, por eso es una función vital no cultural. Pensar es también una actividad biológica necesaria para su vida. Si el hombre no hubiera pensado no habría sobrevivido. En cuanto actividades biológicas no hay diferencia entre pensar y respirar. Sin embargo, el individuo respira sin ningún referente extemo, pero piensa intentando que su pensamiento sea verdadero, que refleje las cosas, de lo contrario no le será útil. Querer es también querer lo objetivamente mejor en una situación. Si no fuera así, lo que considero lo mejor me perjudicaría. Por tanto, las actividades culturales son funciones vitales porque son tan necesarias para la vida como respirar. Estas funciones (pensamiento, voluntad, sentimiento estético y emoción religiosa) tienen, por tanto, dos dimensiones: intraorgánica, subjetiva e inmanente, ya que son actividades vitales, y una dimensión trascendente y objetiva, ya que su referente es una realidad que supera lo biológico.
Culturalismo. Posición intelectual que, por insistir en la importancia de la cultura o vida espiritual, olvida que el origen de la cultura es la vida. Olvida que espiritual es un adjetivo de vida. Olvidan que la verdad no puede existir si no surge de la sinceridad, que el bien tampoco tiene sentido si no lleva a la acción y que lo bello se convierte en vacío si no nace del deleite. Por eso, el tipo de cultura que define el culturalista es una cultura bizantinizada o hieratizada, que no dice nada al hombre de su tiempo y que, por eso, rechaza. El culturalismo es consecuencia del racionalismo. Dimensión vital, histórica y perspectivista. El hombre tiene una doble dimensión vital y cultural, consecuencia de la primera. El hombre no es una razón pura sino una razón vital e histórica. Su vida es la vida de un yo en una circunstancia con la que se encuentra y de la que no puede prescindir. Al vivir en ella, el hombre tiene también una dimensión perspectivista, aquella en la que su circunstancia le sitúa. Por tanto, al ser descubierta por un sujeto con tales rasgos, la verdad sólo puede asumirlos y ser también vital, histórica y perspectivista, lo que no significa que sea relativa, ya que la realidad es perspectivista.
Dios. Ortega introduce esta expresión como representación de una hipótesis: un sujeto que por su carácter ultravital y extrahistórico, aglutinaría todas las perspectivas posibles y, al tener todos los puntos de vista histórica y vitalmente posibles, sería depositario de la verdad absoluta. Es la definición racionalista de Dios y que Ortega critica por contradictoria. Todo sujeto es necesariamente un punto de vista. El Dios del que hablan los racionalistas es un «sujeto utópico», una abstracción conceptual. Doctrina del punto de vista. Teoría perspectivista o perspectivismo. Posición con una doble dimensión: gnoseológicamente defiende que el acceso a la verdad no se consigue desde un «yo puro» (alma racional, sustancia pensante o razón pura), abstracción racionalista que olvida el carácter histórico y vital de la razón. El ser humano sólo accederá a la verdad siendo consecuente con su punto de vista, y sólo podrá conocer la parte de la realidad accesible desde su circunstancia (el carácter esencial de la circunstancia lleva al perspectivismo). Ontológicamente sostiene que la realidad no es universal y necesaria (mundo de las Ideas o sustancias cartesianas) sino perspectivista, con múltiples vertientes cada una de las cuales apunta hacia un individuo. Ente abstracto. Expresión sinónima a yo puro. Esa definición racionalista del yo recoge un ente abstracto porque prescinde de su dimensión biológica, vital e histórica; de su circunstancia. Ente racional. Expresión sinónima a yo puro. «Racional» insiste en el componente esencial con el que el racionalismo ha definido al sujeto capaz de verdad.
Existencia. Sinónimo de vida. El modo propio de existir del hombre es «vivir». Vivir es estar el yo de cada cual en su circunstancia. Por eso el ente racional y, por tanto, abstracto del racionalismo propiamente no existe.
Filosofía. Conocimiento que se caracteriza por ser:
  1. Autónomo: no acepta ninguna verdad que ella no haya fundamentado, ni da nada por supuesto,
  2. b) Radical: su objetivo es encontrar la realidad radical, el dato a partir1 del cual empezar la reflexión (la vida),
  3. Universal: la filosofía no trata todos los aspectos de las cosas, no trata1 sus aspectos particulares, ni mucho menos su individualidad; descubre lo universal de cada cosa.
  4. Teorético: es un sistema de conceptos trabados unos con otros. En la medida en que los conceptos son contenidos mentales enunciables, lo que no se pueda decir no es un concepto ni un dato para la filosofía.
Generación. Los hombres de un momento histórico concreto que comparten una sensibilidad vital. Por ello, cada generación empieza y termina cuando cambia la sensibilidad. Cada generación está estructurada por una vanguardia, una minoría selecta que es la primera en darse cuenta de los cambios históricos que suceden y en modificar su sensibilidad vital, y por una masa receptiva que ofrece su apoyo o resistencia a las nuevas sensibilidades e ideas que propone la minoría. Cada generación se caracteriza por que tiene una misión que cumplir, «el tema de su tiempo». El concepto de generación es el más importante para entender la historia.

Horizonte. Un elemento que Ortega descubre analizando fenomenológicamente la vida. Es el marco que limita la porción de realidad al que cada individuo desde su punto de vista tiene acceso. Marca la circunstancia de cada yo. El error racionalista consiste en identificar la circunstancia que marca el horizonte, el mundo de un yo, con todo mundo posible.
Idea. Pensamientos que se le ocurren al hombre para interpretar la realidad. Nunca los vive como parte de la misma, sino como su interpretación, como una construcción intelectual. Por tanto, las ideas nunca son anteriores al hombre, sino que surgen de su vida y, por ello, tiene que discutirlas, defenderlas, modificarlas o rechazarlas.
Todas las teorías científicas o las explicaciones vulgares de por qué pasa lo que pasa son ideas. Las ideas se oponen a las creencias, que «no son los pensamientos que se tienen sino en los que se vive». Están en el ambiente: son compartidas por los miembros de la comunidad, y no se suele ser consciente de ellas: creemos que detrás de la puerta continúa el mundo exterior.
Individuo, individualidad. El sujeto cognoscente. Para el racionalismo es el yo puro o ente racional capaz de acceder a la verdad universal. Para el relativismo es un ser concreto e individual sometido a su corporeidad, cultura e historia y, por tanto, incapaz de acceder a «la» verdad. Frente a ambas posiciones, para Ortega cada individuo es un punto de vista esencial, un órgano insustituible para acceder a una verdad parcial que da cuenta de una realidad perspectivista. Esto es así porque cada individuo es un yo en una circunstancia.
Inmanente. Lo que permanece en un ámbito sin superarlo. Ortega lo aplica a lo biológico, a las actividades del hombre que tienen en él mismo su propio fin, «permaneciendo» por ello en su interior biológico, no dependiendo de nada extemo. Este término se opone a trascendente, que es lo característico de la cultura.
Mundo. O circunstancia. Uno de los elementos constitutivos de la vida, que es yo y circunstancia. Es lo que «circunda» al hombre. Es el mundo vital en el que se halla inmerso: el mundo físico, las personas, la sociedad, la cultura, la historia, pero también su cuerpo y mente.
El mundo no es exterior a la vida sino uno de sus ingredientes, igual que forma parte de ella el yo. El yo y la circunstancia están trabados. Si se los separa se destruye la realidad radical que es la vida, y se llega a una realidad abstracta, a un «yo puro» (error del racionalismo).
Nadie puede elegir el mundo en el que tiene que vivir. Le es dado. Pero ese mundo ofrece el abanico de posibilidades entre las que puede elegir. Por tanto, el mundo o circunstancia es el complemento que permite mi vida. En otros pasajes Ortega usa mundo para referirse a la realidad total, a la suma de todos los mundos (en el primer sentido) posibles.
Perspectiva, perspectiva vital e individual. Ontológicamente es uno de los componentes de la realidad, lo que la estructura. Gnoseológicamente es la consecuencia que esa realidad genera en el sujeto que conoce. Por eso toda perspectiva es vital e individual: cada sujeto desde su individualidad o vida, desde su circunstancia, ofrece un punto de vista de la realidad porque a cada sujeto sólo se le ofrece una cara, una vertiente de la realidad.
Porción de verdad. Cada verdad parcial que puede ser conocida por un individuo concreto desde su punto de vista. A cada porción de verdad le corresponde una perspectiva de la realidad.
Punto de vista. «Lugar» desde el que cada individuo conoce una parte de la realidad y consigue su parte de verdad. No es sólo el lugar físico que determina la percepción sensible, ni el contexto histórico y sociocultural aque acompaña a todo hombre, sino fundamentalmente el principio del que el hombre deriva sus pensamientos y actos. Cualquier entidad puede ser principio: Dios, la razón, la conciencia, la vida, la ciencia, la economía... La única condición para que algo se convierta en principio es que se reconozca como valor superior y que a ello se subordine lo demás. El individuo que sea fiel a su punto de vista conocerá un aspecto real del mundo. Por eso, la porción de verdad que cada hombre ve no puede ser conocida por otro. Cada hombre es insustituible y tiene una «misión de verdad».
Punto de vista ubicuo, absoluto, abstracto. «Punto de vista» inexistente. Las tres expresiones son contradictorias, hipótesis racionalistas sin sentido. Todo punto de vista es individual y vital (no abstracto), y consecuencia de una circunstancia (ni ubicuo ni absoluto). Un punto de vista con esos rasgos imposibles es el que correspondería al yo puro, es decir, al sujeto tal y como lo entiende el racionalismo. Racionalismo, racionalista. Propiamente es la corriente filosófica que se desarrolló desde el siglo XVII en Europa y cuyos representantes más destacados fueron Descartes, Spinoza y Leibniz. Ortega lo usa en un sentido más amplio en el que incluye las corrientes que asumen que:
  1. La razón es lo que define al hombre,
  2. La razón es una entidad que está por encima de las particularidades de cada sujeto, es ultravital y extrahistórica.
  3. Esa razón es capaz de conocer la verdad que es eterna, única e invariable.
  4. Esta razón ahistórica es el instrumento adecuado para el desarrollo de la filosofía, la ciencia, la moral y la política,
  5. El mundo es un producto de la razón. Por tanto, admite las ideas innatas y que sólo lo racional es real. Razón absoluta. Una mera hipótesis. La razón que conocería la realidad universal, que llegaría a la verdad integral yuxtaponiendo las infinitas perspectivas de todas las vidas. No es, por tanto, una razón sin punto de vista (lo que es una contradicción), sino una razón que para conocer la realidad universal se valdría de todas las perspectivas posibles. Por tanto, si Dios existiera sólo podría llegar a la verdad de ese modo. Su carácter «absoluto» radicaría en aglutinar todas las perspectivas.
Razón pura. Ortega usa esta expresión en sentido amplio. No se refiere sólo a la concepción kantiana de la facultad de conocer, sino a las diferentes interpretaciones que el racionalismo ha dado del sujeto que es capaz de llegar a la verdad única e invariable. Es, por tanto, una expresión semejante a yo puro.

Razón vital. O raciovitalismo. La concepción de la razón que Ortega opone a la razón pura. Superar la razón pura con la razón vital es el tema de su tiempo. La razón es una función o instrumento de la vida, no una facultad ajena a la misma (racionalismo). Por eso Ortega entiende la razón como razón vital. Si la razón es un instrumento o función de la vida, su objeto de reflexión no puede ser la conciencia o el ser, sino las categorías de la vida que le ha dado origen.

Realidad, realidad cósmica o universal. Lo que verdadera e indubitablemente hay. Sólo es indubitable que lo que hay, lo hay en relación conmigo, dependiendo de mí, ya que el sujeto que conoce es «yo y circunstancia». El mundo es siempre el mundo del yo. Así Ortega se opone a la definición de realidad como lo que existe por sí con independencia del sujeto (realismo ingenuo). Con el mismo argumento rechaza la definición racionalista de realidad como lo universal, eterno e invariable. Sin embargo, también rechaza la posición escéptica del relativismo que niega la posibilidad de conocer la realidad o incluso su propia existencia: Ortega sostiene que el carácter peculiar y concreto de cada sujeto no es un obstáculo para llegar a la realidad, sino el medio para acceder a ella, ya que la realidad es perspectivista. La expresión «realidad cósmica o universal» se refiere a la suma de las realidades parciales.

Relativismo. Posición filosófica que niega la existencia de verdades universales y absolutas. No hay más que verdades «relativas» a la condición de cada sujeto. Cada individuo vive en un contexto histórico-cultural en función del cual juzga qué sea lo verdadero. Por tanto, toda verdad está determinada por el modo de ser del sujeto que la alcanza. En consecuencia, no existen valores objetivos universales como la verdad, el bien o la belleza.

Sensibilidad. O sensibilidad vital. Modo en que el hombre ve y entiende qué es su vida, su existencia, en una época determinada. Consiste en la sensación radical que se tenga ante la vida, en cómo se sienta la vida en su integridad. Es el fenómeno histórico primario y lo primero que hay que definir para comprender una época. De esta sensibilidad dependen en primer lugar las ideas (la ideología), las preferencias morales (moralidad) y los gustos estéticos de una época. El resto de transformaciones, como las económicas o políticas, son consecuencia de esas ideas, moralidad y gustos y, por tanto, forman el tercer grupo de fenómenos históricos.

Sujeto viviente. El ser humano. El hombre no es una razón pura sino un ser cuyo existir es vivir, una vida que se articula en tomo a un yo y su circunstancia. Olvidar la dimensión vital e histórica del sujeto es el error del racionalismo, así como reducirlo a una actividad puramente biológica es el error del relativismo.

Tema de nuestro tiempo. «Nuestro tiempo» es una expresión con la que Ortega se refiere a la época que con él y su generación, la de 1914, empieza. Cada tiempo se caracteriza por tener un «tema», una misión, algo así como «su destino». Ortega formula de varios modos el tema de su generación: «sustituir la razón pura por una razón vital», «convertir la relación [entre vida y cultura] y mostrar que es la cultura quien ha de servir a la vida» o «la superación del idealismo [como desarrollo del racionalismo]». Ahora bien, cumplir con este tema implica enfrentarse a dos errores de la Edad Moderna: el culturalismo-racionalismo y el vitalismo-relativismo.

Trascendente. En general, lo que supera un ámbito, lo que va más allá. Ortega lo aplica a la cultura. En el pensar, actuar o en la contemplación estética, el hombre trasciende el ámbito de lo biológico tomando como referente una realidad objetiva (la verdad, el bien o la belleza).

Utopía, utópico, utopista. Etimológicamente es lo que no está en ningún lugar. Adopta una actitud utópica quien olvida que su conocimiento es siempre un conocimiento desde un punto de vista, que conoce una cara de la realidad y que consigue sólo una verdad parcial. La actitud racionalista (utopista) supone la existencia de una realidad no vista desde ningún sitio y una verdad absoluta (utópica). El utopismo es lo opuesto al perspectivismo.

Valor. Cualidad de las personas y de las cosas por las que nos resultan atractivas (valores positivos) o repulsivas (valores negativos). Ortega los agrupa en valores de cultura y los de vida.

Valores de cultura. La verdad, la bondad y la belleza. Son los valores que perseguimos cuando pensamos, actuamos o contemplamos una obra de arte. Nuestro conocimiento pretende ser el conocimiento de la verdad, de lo contrario no nos vale. También queremos que nuestras acciones justas sean así reconocidas por los demás. También en el plano estético queremos deleitamos con lo realmente bello. La búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza ha generado la cultura. Estos valores, por tanto, tienen un carácter objetivo que trasciende lo biológico. Los valores de la cultura deben brotar de los valores de la vida: de la sinceridad del pensamiento, de la impetuosidad de la voluntad y del deleite del sentimiento.

Verdad, verdad parcial e integral. El reflejo adecuado de lo que las cosas son. Ningún individuo o época tiene acceso a toda la verdad, a la verdad integral. Sólo se llegaría a esa verdad sumando las verdades parciales. Cada individuo y época tiene acceso a una «verdad parcial» (doctrina del punto de vista). Por tanto, la verdad no es una, eterna e invariable (racionalismo), sino relativa a la perspectiva. Sin embargo, eso no es relativismo, ya que la parcialidad de cada verdad no le resta validez, sino que es consecuencia de la estructura de la realidad que es perspectivista. Por tanto, un sujeto sólo puede conocer una cara de la realidad, la que a él se le ofrece desde su circunstancia.

Vida. Lo que cada uno es y hace. El conjunto de sus vivencias: su sentir, pensar, sufrir, amar, imaginar, desear... No se puede definir como una cosa, pues no tiene naturaleza ni es sustancia. Ocurre, pasa en nosotros, es un continuo hacerse a sí misma. Es la realidad radical («realidad raíz») porque se nos aparece evidente, indubitable: «mi dolor está ahí». En segundo lugar, la vida es la realidad radical porque el resto de realidades «brotan» de ella (mundo físico, psíquico, valores...). Hay unas categorías comunes a toda vida:
1ª Vivir es ser consciente de que se vive.
2ª La vida es nuestra vida: es intransferible.
3ª Vivir es encontrarse en el mundo o circunstancia: es imposible separar el mundo y el yo.
4ª La vida es fatalidad: no elegimos nuestra circunstancia.
5ª La vida es libertad: nuestra circunstancia nos ofrece un margen de posibilidades.
6ª La vida es futurición: consiste en decidir.

Vitalidad. La actividad del hombre en cuanto que su ser es vivir. Es el conjunto de acciones concretas e individuales que configuran la vida de cada cual. La vitalidad es el origen tanto de las actividades puramente biológicas como de las que configuran la cultura.

Vitalismo. La filosofía que defiende que la vida es la única realidad y, por tanto, su objeto de estudio. Sus tesis:
  1. el conocimiento es un proceso biológico como otro cualquiera, que carece de leyes y principios racionales. Conocer es igual que respirar,
  2. Rechaza el conocimiento racional y conceptual, y frente a él propone la intuición, entendida como la experiencia subjetiva y privada no racional en la cual el sujeto vive íntimamente la realidad. Por tanto, el vitalismo desemboca en el relativismo.
  3. Sostiene que la cultura debe someterse a la vida porque la anquilosa y acaba con ella. Frente al vitalismo Ortega propone el raciovitalismo.
Yo puro. Expresión con la que Ortega se refiere al tipo de sujeto que según el racionalismo es capaz de conocer la verdad una, eterna e inmutable. Incluye al alma racional platónica, la sustancia pensante cartesiana, la razón pura kantiana, el yo puro fichteano. «Puro» indica que es un yo no contaminado de lo corpóreo, vital e histórico. Por eso, esa definición es una abstracción, ya que presenta un sujeto separado precisamente de lo que le permite acceder a la verdad, su punto de vista. Al «yo puro» Ortega opone el yo que es «yo y circunstancia».



MAPA CONCEPTUAL



Texto clasico: 
Un ejemplo elemental y puramente fisiológico se encuentra en la visión y en la audición. El aparato ocular y el auditivo de la especie humana reciben ondas vibratorias desde cierta velocidad mínima hasta cierta velocidad máxima. Los colores y sonidos que queden más allá o más acá de ambos límites le son desconocidos. Por tanto, su estructura vital influye en la recepción de la realidad; pero esto no quiere decir que su influencia o intervención traiga consigo una deformación. Todo un amplio repertorio de colores y sonidos reales, perfectamente reales, llega a su interior y sabe de ellos. 


relacionado:
Vitalismo: posición intelectual moderna, consecuencia del relativismo que niega la existencia de los valores de la cultura (la verdad, el bien, la belleza). Sostiene que la cultura debe someterse a la vida porque la anquilosa y acaba con ella. Es, junto con el culturalismo, una de las dos posturas extremas que Ortega pretende superar para integrarlas en un plano de igualdad. Este es el “tema de nuestro tiempo” según 
expresión del autor, es decir, la tarea que debe llevar a cabo su generación. Esta tarea consiste en la superación del culturalismo y del vitalismo mediante su fusión en el raciovitalismo orteguiano. 

Sensibilidad: sensibilidad vital. Modo en que el hombre ve y entiende qué es su vida, su existencia, en una época determinada. Es lo primero que hay que definir para comprender una época. De esta sensibilidad dependen las ideas (la ideología), las preferencias morales (moralidad) y los gustos estéticos de una época. Cada época o generación tiene su propia sensibilidad, su propia manera de ver las cosas y, por tanto, 
su propia verdad. 



    NIETZSCHE Y ORTEGA



Debemos tener en cuenta que las posiciones filosóficas de Ortega y Nietzsche se encuentran muy cercanas cronológicamente, y que, aunque Ortega quiso desligarse del escepticismo y del relativismo irracionalista del vitalismo nietzscheano y no ser considerado un vitalista, el concepto de la realidad radical entendida como la vida individual y concreta en Ortega tiene su antecedente en el concepto de vida del propio Nietzsche. Ortega consideró que la superación de la crisis de la modernidad debía abandonar los extremos del racionalismo y del vitalismo, debía ser un raciovitalismo, lo cual hace que la relación entre Ortega y Nietzsche presente tanto afinidades como discrepancias.

Si nos fijamos en la ontología, y partiendo los dos autores de la vida como realidad radical, observamos en los dos una concepción heracliteana de la realidad. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia. Pero los dos tienen una concepción distinta del tiempo: mientras que para Ortega el tiempo sólo puede ser entendido de un modo lineal (vivir es proyección al futuro hecha desde el presente a partir de éste y del pasado), para Nietzsche el tiempo es cíclico. El eterno retorno nietzscheano tiene una lectura cósmica: el tiempo es infinito y la materia limitada, con lo cual, todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente.
Por otro lado, y centrándonos en las dimensiones de la vida como realidad radical, Nietzsche resalta su sentido biológico e irracional (lo dionisiaco), y Ortega se decanta por su sentido biográfico en el que además, la razón es una función vital tan importante como la digestión o la respiración. El vitalismo de Nietzsche, a juicio de Ortega, derivaría en un relativismo irracionalista y en un escepticismo que acabaría con la propia cultura, esa “balsa” que construye el ser humano para salvarse del naufragio de la vida. Asimismo, según Ortega, la explicación de la vida como voluntad de poder en Nietzsche resulta una reducción, pues excluye gran parte de lo que es la vida del hombre (su historia, su circunstancia)

Otro aspecto en el que guardan relación Ortega y Nietzsche es el perspectivismo. Para Nietzsche el perspectivismo supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo. Ortega, empero, no niega la existencia de verdades universales, fruto de la posibilidad de sumar perspectivas. El sujeto no es un medio transparente (esto lo comparten Nietzsche y Ortega), pero su recepción de la realidad no produce en ésta deformaciones, como parece postular Nietzsche. Los hechos se imponen como un elemento insoslayable, el ser humano da sentido a los hechos pero no los inventa. Es decir, que los valores no pueden deformar la realidad hasta transformarla a nuestro gusto, no podemos jugar con la realidad para que se plegue a nuestros deseos (como quería el “niño” nietzscheano de la transvaloración). El perspectivismo de Ortega no es relativista porque la perspectiva no es que sea una característica de la visión de los individuos, sino de la misma realidad. La verdad es una pero se puede expresar de distintas maneras, por lo que hay un imperativo de integrar perspectivas por medio del diálogo y la argumentación, alejándose de la metáfora y del arte trágico nietzscheano. La filosofía es saber sistemático y conceptual, y los conceptos son esquemas que nos permiten ordenar la realidad., no cáscaras vacías de contenido real.

Siguiendo con la relación epistemológica, para Nietzsche la facultad racional no puede penetrar la esencia básica de la realidad, caracterizada por el cambio, el devenir, el desarrollo, la voluntad de poder. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los sentidos y los instintos, estamos depreciando a su vez, la vida. La razón para Nietzsche y su lenguaje conceptual es la causante del triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisiaco y de la decadencia de Occidente, del nihilismo como pérdida de valores vitales. Para Ortega, aunque la razón no debe ser la razón del racionalismo y del idealismo, para no caer en el culturalismo (el equivalente al nihilismo nietzscheano), en el imperativo de la razón sobre la vida (la adoración a los valores absolutos desconectados de la vida y reflejados en la filosofía, la ciencia, el arte, la moral.), la razón vital e histórica es algo irrenunciable a la vida humana. El ser humano desea la verdad, no ya como mentira útil para la supervivencia o voluntad de autoengaño, sino como conquista vital de sentido. Ortega intenta así conciliar la razón con la vida, sin subordinar la una a la otra. La razón es una facultad humana indispensable para analizar las circunstancias. Actúa como los brazos de un náufrago para mantenerse a flote en el océano de la vida. Por esta conciliación de vida y razón, de vida y cultura, la filosofía de Ortega se llama raciovitalismo.




Actualidad de Ortega y Gasset

La filosofía de Ortega y Gasset permanece plenamente vigente, no sólo por su proximidad en
el tiempo, sino también por los temas tratados. Valgan como ejemplo las siguientes cuestiones:


El tema de España es una de las preocupaciones fundamentales de Ortega. Él vinculaba el desarrollo de nuestro país con su vinculación a Europa. Desde la adhesión de España a la Comunidad Europea éste desarrollo se ha hecho realidad.


Ortega también se queja de la distancia entre la política de su época, oligárquica y caciquil, y la sociedad civil. Hoy en día la distancia entre políticos y los ciudadanos es igualmente palpable: bajos índices de vinculación a partidos políticos y sindicatos; baja participación en consultas electorales; y, sobre todo, el descrédito de la clase política.


El perspectivismo de Ortega nos puede ayudar para comprender y encarar problemas cotidianos de hoy en día como: la diversidad cultural y la supuesta guerra de civilizaciones. Las posturas etnocentristas, que defienden la superioridad de unas culturas sobre otras, carecen de sentido viéndolas desde la perspectiva de Ortega. Los puntos de vista dependen de las circunstancias y nadie puede acceder a toda la verdad, solo podemos alcanzar a ver una parte de esa realidad la que nos permiten nuestras circunstancias. Ninguna cultura o civilización puede por tanto arrogarse toda la verdad. Solo la unión de las verdades parciales nos conducirá a la verdad integral.





















El 78,4% de los hijos adolescentes de inmigrantes no han tenido problemas para integrarse a la sociedad española. Un estudio de Obra Social La Caixa detalla que ese porcentaje de jóvenes no ha mostrado síntomas de inadaptación como son: abandonar los estudios y el hogar, estar desempleado y sin estudiar, haber sido encarcelado o tener hijos a esa corta edad. Solo un 4,3% de los llamados inmigrantes de segunda generación han registrado dos o más incidentes de este tipo.
El estudio —Crecer en España: la integración de los hijos de inmigrantes— se basa en testimonios de 7.000 menores de entre 12 y 17 años de Madrid y Barcelona en 2008, aunque cuatro años más tarde 4.000 de ellos fueron nuevamente entrevistados. En la segunda ronda de entrevistas, la de 2012, los investigadores encuestaron también a 1.800 padres de estos adolescentes, y a 1.500 hijos de españoles para que sirvieran de comparación.
"Estos datos indican un proceso de adaptación generalmente positivo y una convergencia psicológica y cultural entre hijos de inmigrantes e hijos de nativos", asegura el estudio, en cuya presentación estuvo presente Jaime Lanaspa, director General de la Obra Social La Caixa, quien resaltó la baja percepción de discriminación que sienten los inmigrantes de segunda generación. "La crisis no ha aumentado la xenofobia", comentó.Rosa Aparicio, coautora del estudio e investigadora del Instituto Universitario José Ortega y Gasset, indicó que el 76,5% de los hijos de españoles no muestra ningún indicador de "integración problemática", porcentaje similar al de los inmigrantes de segunda generación. Destacó que el sentimiento de pertenencia de los hijos de inmigrantes ha aumentado con los años de residencia en el país. En 2008, el 77,7% de los nacidos en España y el 22,1% de los procedentes de otro país se sentían españoles, porcentajes que en 2012 se incrementaron al 81% y 43,6%, respectivamente. Las tasas de pertenencia son similares en Madrid y Barcelona, y entre sexos.


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